Artículos de Opinión

Este libro de María Lefebre está lleno hasta los topes de María Lefebre. ¿Habrá que decir que es un libro postumo rescatado de las llamas del tiempo por su nieta Sylvia Baronti Barella? No tanto rescatado de las llamas, como resucitado de las cenizas del tiempo. María Lefebre fue el hada madrina que amparó a los bohemios de toda una época.

La conocí en 1947, en trajines de prensa cuando publicaba su famosa revista «Selecciones», Byron Gigoux Janeas, periodista brillante, novelista y pintor; se constituyó entonces, en una suerte de ángel de la guarda de esta María que fumaba un pitillo tras otro y que se conocía al dedillo los vericuetos del laberinto intelectual criollo. Por de pronto, había vencido el prejuicio tan antiguo que obligaba a las mujeres inteligentes a refugiarse en un club de señoras.

Después de la aventura de «Selecciones», que se hundió en un mar de erratas, sacó del sombrero otra maravilla: la magia de un naipe de la suerte que, por lo menos en Chile, aventajó los efectos del tarot.

María Lefebre, amén de sus escritos personales y de su desusado amor por el romanticismo de la vieja causa bohemia, fue una trabajadora infatigable, capaz de parar la olí.i del menestrón aún en el peor de los naufragios.

Nieta reconocidísima de la herencia humana de su Ibuela, Sylvia Baronti compila aquí, como en un número rinde de la revista «Selecciones», lo mejor de María Lefebre.

Los jóvenes que escriban hoy, harían bien en asomarse a este volumen, para saber que en los días de Gabriela Mistral, Amanda Labarca y de Laura Rodig, existió también María Lefebre.


Luis Sánchez Latorre, Prólogo del libro La Última Bohemia, de Sylvia Baronti.

 

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