Poesía selecta de María Lefebre

 

Señor, que nunca llegue, que lo lleve dormido,
siempre en el corazón; déjalo en la cunita
de tan hondo cariño, señor, que nunca llegue.
Escúchame, señor.

Si lo amo tanto, tanto, cómo querer Dios mío,
Entregarlo a la vida; déjame mi tesoro.
Por él, señor, soy buena, mientras vaya con él
No marcharé perdida.

Quién pudiera besarlo, tenerlo entre los brazos,
Sollozo en mi dolor; pero tú sabes, Dios,
que no quiero dañarlo, déjamelo dormido
Envueltito en mi amor.

Y al pensar que lo llevo así, lleno de gracia,
Gozar con la emoción de sentirlo tan mío.
Señor, que nunca llegue, siempre en el corazón,
¡Déjamelo dormido!

Si lo amo tanto, tanto, cómo querer, mi Dios,
entregarlo a la vida.