Artículos de Opinión

Zoilo era poeta y tenia un violín. Se decía que era un Stradivarius. Solía acariciar su violín y soñaba. “¡Cuantas cosas hubiera podido hacer con el producto de su venta!”, Pero... Zoilo era un poeta y amaba su violín.
Este dormía celosamente guardado. Sólo se abría su caja en los grandes acontecimientos.

Jacques Thinbaut, el violinista de fama mundial, a su paso por Valparaíso, visitó al poeta atraído por las referencias del violín. Admiró su caja de fina madera, y quiso probar la capacidad del instrumento; en el Stradivarius lució su maestría de intérprete. El violín de Zoilo habló por vez primera en sus tonos verdaderos. El poeta lloraba. Jacques, al terminar la ejecución, dijo respetuoso: “Hacia tiempo, mucho tiempo que no tocaba un violín tan maravilloso”. Sus palabras fueron repetidas por los amigos de Zoilo a sus amigos. Así creció y creció la leyenda del violín, tanto, que alguien me aseguró que el día de la muerte del poeta, se rompieron las cuerdas del violín.

 

Este contenido es parte de los manuscritos del libro Puelche, que María Lefebre preparaba antes de su partida.

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