Artículos de Opinión

Bajo la dirección de Alfonso Toledo, entusiasta colaborador de todos los adelantos de Limache, se había formado un grupo de artistas campesinos, amantes del arte escénico. Este conjunto fue solicitado para actuar con una de sus obras, en el mejor teatro de Limache. La función sería a beneficio del hospital de esa localidad.

Con éste objeto se pondría en escena una parte de la obra “los intereses creados” de Jacinto Benavente.

Los diarios locales anunciaron el acontecimiento a grandes titulares y el día de la función “el lleno” era total. Los hospitalarios acudieron en masa aplaudiendo a rabiar el esfuerzo de éstos jóvenes actores y, tal fue el entusiasmo, que pedían a gritos que se presentara el autor, sin dar paso al cuadro alegórico que venía como fin de fiesta. Una de las integrantes del conjunto pidió a Toledo: - “don Alfonsito, ¿No podría salir usted y saludar para que se calle esa gente y poder continuar con la función?” – Toledo, indignado, protestó: - cómo se le ocurre Aurorita, ¿está loca?. Pero el chivateo continuó... que salga el autor... que salga el autor.

Toledo decidió salir y explicar al público que el gran autor Jacinto Benavente residía en España. Pero todo fue inútil. Una salva de aplausos coronó su salida, no quedándole otra cosa a nuestro poeta que, emocionado, saludar como don Jacinto.

La utilidad de la función fue suculenta. Un grupo del personal de beneficencia, lo llevó casi en andas, al Club de los Practicantes. Demás está decir que lo siguió otro grupo de los asistentes a la función, admiradores de “Benavente”. Toledo, al finalizar el ágape, ya completamente compenetrado en su papel de dramaturgo, en elocuentes frases cerró la manifestación.

La segunda nota cómica fue la de don Orfanor Maldonado, huaso rico de Olmué, habló así: - “oiga don Benavente, todo anduvo re´bien, buena la comida y buena la función, pero yo tengo un agravio con Su Mercé, yo fui re amigazo de su señor padre – que Dios tenga en su gloria – El señor civil, su papá, era de reconocida voluntad y honradez y lo único que me está doliendo es que se haya cambiado el nombre, cuando harto orgulloso debía estar de llamarse Toledo. Por demás, como Benavente, no lo conoce “naiden” en Limache.

 

Este contenido es parte de los manuscritos del libro Puelche, que María Lefebre preparaba antes de su partida.

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