María inspiró a muchos intelectuales a escribir sobre su personalidad. Su fuente de vivencias, lo simple y complejo de su existencia; entremezclando el dolor y la alegría, el fracaso y el éxito; convirtiendo chozas en palacios o panes en deliciosos banquetes. Luego de una reflexión, se podría concluir que fue una mujer de todos los tiempos. Sus naipes mágicos, capaces de calmar ansias y pecados, hablaban de días de gloria. Su protagonismo la presenta como el personaje que va a vivir situaciones donde las circunstancias la obligan a asumir cada sorpresa. El desenlace, por lo general favorable a su cometido; aflorando su humor y esa capacidad innata para envolver mágicamente a las personas con que dialoga. Las energías, es probable llegaran a ella como un mandato divino. Sabia de nacimiento. Heredera de misterios en la creación del hombre; de constelaciones, culturas milenarias. Situada en el universo. Sin tiempo.
La figura de María Lefebre lleva hasta su casa. Su refugio y el de sus amigos.
Los que la conocieron, pueden imaginar a María sentada un de la flor del loto sobre su cama o asomada a la ventana contemplando: ¿los árboles?, ¿recordando un viejo amor? ¿un pájaro perdido del nido?, ¿los faroles de la calle Villavicencio con Lastarria?, o ¿algún vagabundo agazapado en sus harapos?, con el alma vacía de abandono. Testigo anónimo de sueños y ansias ajenas. «Las pasiones del mundo; a veces incontrolables y sufrientes».
La muerte de Ramón Rodríguez, hizo extremadamente difícil la sobrevivencia para María y sus hijos. De esos tiempos, se cuenta lo ocurrido una navidad: «Una hermana de don Ramón, les mandó de regalo un enorme pavo y un kilo de café. Era todo lo que tenían. Entonces, María dijo:
-Almendra, acompáñame. Ponte el vestido verde y la boina francesa».
Dicen que María volvió muy cansada pero feliz. Caminaron desde General Velásquez hasta Estación Central. Puerta a puerta.
- «Sólo puedo venderle una cucharada», decía María tratando de ser convincente.
- «Es el café más exquisito que se haya probado alguna vez, traído directamente desde Haití».
En esos años, obtener algún producto desde fuera del país, era un acontecimiento.
El caso es que terminada la venta, habían reunido unos cuantos pesos. La cena estaba salvada esa nochebuena.Llegaron con palitroques, soldados de plomo y pelotas para los niños y unas horrendas muñecas de cartón piedra con cachetes colorados para las niñas: Afuera, los fuegos artificiales reventaban con fuerza.
Así transcurría la vida de María y su familia, en una época en que las mujeres no estaban preparadas para trabajar duramente. Ella debió combinar trabajo y talento. María cultivó la buena amistad con sus muchos hijos. Se hizo el tiempo para incansables recuerdos, lecturas le poemas y, de vez en cuando, improvisaba alguna sopa )ien sazonada, con cebollas y ajos. Muchos artistas sintieron el aroma de esos platos; librosos, abrigados, que levantaron el ánimo en horas de recogimiento.