En el restaurante San Pedro, frente a la caleta de los pescadores “El membrillo”, porteños y santiaguinos, jóvenes y viejos, despedíamos a Andrés Sabella, el querido poeta nortino. Atrasado al ágape llego Manuel Eduardo. Un joven pintor porteño hizo la presentación:
- Don Manuel, le presento a la poetisa santiaguina Maria Lefebre.
Hubner me miró con los ojos llenos de emoción, y después de besar mi mano me dijo:
- Usted no sabe, Maria Lefebre es porteña, y en mis tiempos fue la niña nuestra.