Cuando don Enrique Molina era ministro de educación, necesitaba una presentación para los colegios de Santiago y sus alrededores. Con Orlando Canessa en la campaña “del mar a su cocina”, dábamos conferencias y ensayábamos la preparación de guisar con “merluza Seca”, de muy bajo precio y gran cantidad de vitaminas, que regalábamos a esos establecimientos como propaganda, a los pedidos de mayor cantidad.
A pesar de mis encuentros fortuitos con don Enrique - siempre lo he sentido mi amigo - no dudé en llegar a él para solicitarle éste servicio. Eran las 8:30 de la mañana. Me extrañó verlo salir de su despacho. Como siempre, me saludó cariñoso; en el pasillo le expliqué mi solicitud, regresó y nos invitó a entrar a su oficina y, pasándome una tarjeta con membrete del ministerio, me dijo: - escribe tu misma la tarjeta, aún no llega mi secretario; estaré de regreso en 20 minutos para firmarla. Y así fue – 20 minutos justos - firmó y nos felicitó deseándonos buena suerte, y con su caballerosidad característica me agradeció la visita.