“Wu Meigh Ling” se estableció en Lima. Discípula de Foujitas y de los grandes maestros orientales. A ella llegó Fernando Rojas con su altanería acostumbrada. Mostró sus dibujos uno a uno. Claramente los estudió Wu y dijo: “no sirven”, tienes condiciones. ¿Quieres estudiar?.
Ofendido en su orgullo, Fernando contesto: “He venido a eso, me gustaría conocer su técnica”.
Conforme, comencemos – dijo la Wu – toma la escoba y barre el taller.
Fernando se retiró indignado. Pero la miniatura le atraía como un imán irresistible. Volvió y modestamente tomó la escoba y barrió el taller durante tres años.
Al correr de los años, Fernando, visitando nuevamente Perú, fue congratulado por la Wu, su antigua maestra, después de asistir a la inauguración de una exposición de Miniaturas y Acuarelas.