El “huaco” Chávez, a quien conocí en Valparaíso, era famoso por sus divertidas ocurrencias. Después del éxito de la exposición del “Huaco-Rey”, Fernando Mesa, pintor, le ofreció en su casa un Vino de Honor. Cuando llegaron los invitados, en total unos quince, todos ellos dipsómanos, se oyeron gritos de alegría y exclamaciones de contento.
Será una fiesta inolvidable.
¡Esta sí que es fiesta!
Este “huaco-chico” es muy oportuno.
¿Dónde está el hombre para darle un abrazo?
La mesa había sido preparada con “exquisitez”. Quince asientos, cada uno con su respectiva “damajuana” de vino tinto frente a ellos.