Nervioso, impaciente, Juan se paseaba con el sombrero puesto dentro de la casa. En el “Teutonia” Bar, de la calle Bandera, lo esperaban Aliro Oyarzún, Segura Castro, Fernando Meza y Ezequiel Plaza.
Sin atreverse a manifestar su deseo, miraba con molestia un antiguo reloj cucú que cantaba las horas. Juan estaba recién casado y no quería disgustar a su mujer con la inocente cita; tomar un “botellón” con sus amigos.
Ya perdidas las esperanzas, se dirigía a su alcoba, cuando un fuerte temblor sacudió la casa. Todos arrancamos, unos al jardín, otros a la calle; entre éstos últimos estaba Juan, que no apareció hasta el día siguiente.
Sin explicaciones, como si acabara de suceder, dijo al encontrarnos: ¡Puchas el tremendo remezón!