Chao, el famoso dibujante especializado en el “Vivir Caballuno”, sufría permanentemente apreturas de dinero, y cuando esto ocurría, llegaba gemebundo hasta la oficina del Gerente de “El Mercurio”, don Alfredo Briceño, en demanda del tradicional “valecito”. Ese día Chao debía asistir a una fiesta y no tenia un céntimo en los bolsillos.
Acudió a Briceño y, con lágrimas en los ojos, explicó el hondo drama que lo afligía...