En la tarde de un día muy caluroso paseaba por el Parque Forestal con Leopoldo Pizarro, actual director del Museo Histórico Nacional. Sentí que me llamaban. Era mi amigo, el escritor Mariano Latorre que, como nosotros, buscando un poco de fresco se había refugiado en el parque.
Nos sentamos a conversar en un escaño. Se habló de libros, escritores y críticos.
¿Sabes, Mariano? – Dijo Pizarro – te ha salido un serio competidor en Luis Durand. Su ultimo libro “Frontera” ha tenido muy buenas críticas. Es un esfuerzo grande del gordo.
A lo que contestó Latorre sin inmutarse:- me tiene sin cuidado, con el esfuerzo que hizo debe quedarle poco “pino”.
Años después, en casa de Eliana Santiván, celebrando el santo de Luis Bernizoni, poeta peruano, Mariano Latorre alzando su copa brindó:
- Tomo este primer trago por Luis.
Bernizoni, caballeroso, alzó su copa:
- Lo acompaño, don Mariano.
Latorre, confundido, se disculpó:
- Perdóneme Luis, estaba pensando en el gordo, me hubiera gustado tanto darle un abrazo.