José Monasterio, tuvo pintoresca iniciación en el periodismo. Enamorado de la profesión, frecuentaba con cualquier pretexto la crónica de El Mercurio de Valparaíso. Cierta noche estaba allí cuando sonó estridente la bocina de incendio.
Carlos Alzola, subdirector en aquel entonces, salió corriendo de su oficina, miró a Monasterio y le dijo ¡Bueno y usted... ¿qué hace ahí que no va a cubrir la información?!.
No hubo explicación alguna. Alzola alargó su placa a Monasterio, y éste partió acompañado del gordo Brynildsen, el recordado reportero grafico, al incendio que había adquirido proporciones insospechadas. La primera experiencia periodística del actual comentarista político de varios diarios, fue una lluvia de agua con tanino que le cayó desde un segundo piso sobre su impecable Palm Beach color cascarita recién comprado.
Regresó a la oficina de El Mercurio, redactó la información y al día siguiente Eugenio Palacios Bate, Jefe de Crónica, lo recomendaba como reportero de planta. Así se iniciaba Monasterio en el periodismo. Hoy premio nacional.