Cuando Raúl Morales Álvarez se inicio en el periodismo como reportero policial, acababa de cumplir 17 años.
Oiga cabrito Morales, gritó su jefe ¡Apúrese!. En la calle Diez de Julio esquina de Portugal apuñalaron a uno. Averigüe lo que más pueda.
Raúl salió disparado. ¡Era su oportunidad!.
Llegó casi junto con el reportero gráfico. Un grupo de curiosos era disuelto por el guardián.
El herido o muerto yacía cuan largo era en el cantón de la calle. Los reporteros mostraron sus credenciales y, mientras uno enfocaba al caído, el otro interrogaba al “paco” - ¿qué pasó aquí? - ¿a qué hora ocurrió? - ¿y el otro? - el policía con el mismo laconismo contestó: riña, una y cuarto, arrancó.
Era bien poco lo que había podido averiguar. Morales – picado – antes de que pudieran impedírselo, pescando de la solapa al herido le preguntó – ¿quién te mató? – el hombre con voz rabiosa contestó: - Y a vos que te importa “cabro huevón”.