Anécdotas Biográficas

Francisco Coloane
Fotografía de francisco-coloane2.blogspot.cl

¡Llovía!. Despreciando la calefacción del edificio, un gran brasero alegraba la pieza, y en él, una olla donde burbujeaba el vino tinto ya arreglado con clavos de olor, canela en palo, tajadas de limón, y un poquitín de azúcar para satisfacer a las damas; ¡Tómame!, ¡Tómame!, cantaba el ponche hirviendo a borbotones.

Sarita, una rusa de grandes ojos verdes, preparaba las copas colocándolas frente a cada uno de nosotros: verde y azul para Ramón y yo, topacio para Eliana, roja para Coloane y blanca para ella, “me dejé la más inofensiva”, dijo coqueta mirando a Pancho. Este respondió provocador. “Cuidado Sarita, la mía es roja, color muy peligroso, ¡cuidado!”. Pero la rusa ya estaba lejos, sonriéndole del otro lado del brasero.

Dicen que en Japón el amarillo es dolor - dijo Eliana, melancólicamente.

Pero nadie cogió su dardo de tristeza. Por sobre el fuego se alzaron nuestras copas, reflejando un arcoiris sobre el decorado papel del muro. Lo tomamos como un buen presagio, Pancho siguió mirando la pared. Venía llegando de Tierra del Fuego y traía los originales de su libro que más tarde nos leería. Era un muchacho grandote, apasionado, intranquilo, con los ojos llenos de visiones de mar y puertos desconocidos.

¿Qué vez, le pregunté?.

Coloane como iluminado, respondió: veo el mar y una embarcación; en la proa del barco está un hombre listo para disparar el arpón, una ballena se mece plácidamente sobre las olas.

Coloane se veía diabólico iluminado por las llamas, con la mirada fija en la pared. El reflejo de su copa al alzarse, dio nuevamente sobre el muro. ¡El arpón hizo blanco!, gritó entusiasmado, miren como se tiñe de rojo el mar.

Todos brindamos: ¡por tus triunfos!

Su libro, del cual esa noche escuchamos parte de su contenido, fue todo un éxito, tal como lo habíamos deseado.